Desarrollo profesional libre de burnout

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Burnout

El personal docente e investigador, en base a su capacidad para generar conocimiento y transmitirlo, es y será la piedra angular sobre la que se asientan las instituciones académicas. La cada vez más notable presencia de investigadoras e investigadores españoles en revistas top mundial, la captación de financiación en convocatorias internacionales de prestigio, el desarrollo de patentes y la integración en redes de trabajo globales, parecen éxitos que damos por hecho. El sistema español de ciencia ha consolidado en las últimas décadas un cuerpo de profesionales de primer nivel, en muchos casos mediando un elevado coste personal. No son pocos los profesionales que sienten cómo las crecientes exigencias curriculares derivan en una situación de permanente estrés y ansiedad. En la actualidad, las académicas y académicos no miden sus éxitos comparándolos con sus pares cercanos, sino que son evaluados en un contexto global altamente competitivo.

Las instituciones universitarias tienen mucho que hacer para contener esta situación, etiquetada como burnout académico. Este síndrome fue incluido en 2019 en el listado de afecciones reconocidas por la Organización Mundial de la Salud. Implica un desgaste emocional, físico, despersonalización y falta de realización personal. Siendo estas manifestaciones incompatibles con el empuje que se presupone como deseado para la docencia y la investigación. La ansiedad por ser excelente en demasiados frentes, tales como la docencia, las publicaciones, la transferencia, la internacionalización, etc., puede llegar a ser abrumadora. A esto se suma la inflación de méritos que asociamos al endurecimiento de las acreditaciones académicas y la creciente competencia por lograr un hueco en las revistas más relevantes del área.

Desde UTAMED se reconoce la importancia de prevenir este tipo de situación, implementando diversas medidas de contención. Resulta imprescindible marcar objetivos razonables, asesorar al profesorado en la planificación coherente de su carrera, liberar el suficiente tiempo para investigación, apoyar o asumir por parte de oficinas técnicas todo el trabajo de corte administrativo, etc. Las exigencias del sistema perdurarán o incluso crecerán, pero al menos las y los profesionales que integran la universidad deben contar con el apoyo, el soporte y el asesoramiento profesional de la institución en la que se integran. Porque no olvidemos que el éxito de una universidad es la suma del éxito de las personas que la integran. Un buen profesional debe amar su trabajo, y para ello la paz mental e indispensable.

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